Para todos aquellos que hayan tenido la oportunidad de disfrutar (o padecer, que de todo habrá) mi novela gráfica, tal vez se habrán percatado de un cierto número de anacronismos que pueblan sus páginas: ordenadores con enormes pantallas; máquinas de escribir; televisores de tubo con pantalla estrecha; teléfonos con cables; cabinas telefónicas; fotografias en papel; señores con sombrero. Vale, con esta última excepción (que era tan anacrónica cuando empecé el cómic como lo es ahora) mi comic, publicado este año 2013, parece transcurrir en un mundo sin Internet ni teléfonos móviles ni cámaras digitales ni pantallas de plasma.
Estos días estoy trabajando en la preproducción del número 5 de Huérfanos y he vuelto a tener esa misma sensación de obsolescencia: en la primera página del comic, un personaje se comunica con otro a través de Internet (en eso hemos avanzado)... usando el MSN Messenger! Como todos mis lectores sabrán, la aventura de Huérfanos (el comic) empezó en el año 2001, y la historia de los Huérfanos (los personajes) transcurre alrededor de ese año. El problema es los cuatro primeros números de la serie tardaron 10 largos años en publicarse, y para entonces el mundo había vuelto a dar un salto adelante, mientras nuestros personajes, y el mundo en el que viven, se quedaba atrás en el tiempo. Y así, la historia (exterior) de mi novela gráfica se repite, y para mantener la consistencia de la historia, Huérfanos ha acabado por convertirse en un comic de ambientación retro, en apenas 12 años.
Siempre he pensado que los comics, como cualquier otro arte, tienen una historia dentro y otra fuera, y que estas dos historias están relacionadas de algún modo, no siempre evidente. Ya es de todos conocido que varios elementos de mi novela gráfica proceden de experiencias personales [1], y lo mismo puede decirse de Huérfanos [2]. No debe resultar extraño por tanto que un comic concebido a lo largo de tantos años termine arrastrando en su realización varios elementos que hoy estarían completamente obsoletos.
Pero esto, que puede resultar anecdótico, tiene tan solo un inconveniente: cuesta mucho más documentarse sobre el terreno cuando se trata de lugares y elementos gráficos del pasado; sin ir más lejos, una escena tenía que transcurrir en una tienda que en el 2001 ni siquiera existía. Pero a cambio tiene una enorme ventaja: la de capturar ese tiempo pasado, de forma que a través de su lectura vuelva a ser real para el lector. Aunque los elementos superficiales puedan haber envejecido, la historia y los personajes han de mantener el interés, y así el relato se vuelve intemporal. No importa qué versión de messenger usen nuestros personajes, sino lo que escriben en él.
Huérfanos nació con vocación de convertirse en una (pequeña) obra de culto, y como tal contamos con su capacidad para resistir el paso del tiempo. Como mi novela gráfica, Huérfanos contiene muchas historias, dentro y fuera de cada comic, y este capítulo 5 será buena prueba de ello. Y como todo buen libro, pedirá la colaboración de sus lectores en recrear la época en la que suceden los hechos, pero sus historias seguirán alimentando la imaginación de las futuras generaciones, desde sus mundos anacrónicos.
Pero eso sí: a nuestros lectores, presentes y futuros, les suponemos la inteligencia, pero sobre todo la cultura. Una cosa es que haya que explicarles a los futuros lectores de comics del pasado quiénes eran Epi y Blas [3], o cómo se vivía sin teléfonos móbiles, y otra cosa es que llegue a haber lectores a quienes los nazis de Maus les resulten tan ficticios como Darth Vader y el Imperio Galáctico. Aunque el mundo vaya en esa dirección, nosotros nos mantendremos firmes: mis comics, nuestros comics nunca serán aptos para idiotas.
[1] como contaré en un futuro artículo en este blog.
[2] consultar la sección “Sabías que...?” en la web oficial de Huérfanos.
[3] o Eddie y Bart, como les llamé en mi comic para evitar problemas legales.
–
For those who had the chance to enjoy (or suffer, whatever the case) my graphic novel, you may have notices a few anachronisms across its pages: computers with huge screens; typewriters; tube TVs with a narrow screen; telephones with wires; paper photographs; men with hats.
Ok, maybe with the latter exception (which was as anachronistic when I started the comic as it is now) my comic, published in this year 2013, looks like it happens in a world with no Internet, no mobile phones, no digital cameras or plasma TVs.
These days I've been working in the pre-production of the 5th issue of Orphans, and I've had that same feeling of obsolescence: in the first page of the comic, a character talks to another through the Internet (we've improved in that) -- using MSN Messenger! As my readers surely know, the adventure of Orphans (the comic) began in 2001, and the story of the Orphans (the characters) happens around that year. The problem is, the first four issues of the series took 10 years to complete, and by then the world had already taken a leap forward, while out characters, and the world they live in, stayed behind in time. Thus, the (outside) story of my graphic novel repeats itself, and to keep the story consistent, Orphans ended up as a comic in a retro settings, in just 12 years.
I've always thought that comics, like every other art, have a story inside, and another one outside, and that these are both connected in some way, not always an obvious one. It's a known fact that several elements in my graphic novel come from personal experiences [1], and the same can be said of Orphans [2]. It can't be strange that a comic that took so many years to complete happens to carry in its making several elements that today would be totally outdated.
But this, that can be anecdotal, has but one inconvenience: it's much harder to get references on the field when places and graphic elements come from the past. So for example, a scene was set in a store that in 2001 didn't even exist. But it has, in return, a big advantage: capturing the time past, so that it can be become real again for the reader. Even though superficial elements may become old, the story and the characters remain interesting, and so the tale becomes timeless. No matter what version of messenger the characters use, what counts is what they write on it.
Orphans was born with the purpose of becoming a (small) cult piece, and so we rely on its ability to stand the test of time. Like my graphic novel, Orphans contains many stories, inside and outside each comic, and this 5th chapter is proof of this. And like any good story, it will ask the cooperation of readers to recreate the time in which the events take place. But the stories will keep feeding the imagination of future generations, from its anachronistic world.
But one thing is true: we expect our readers, current and future, to have intelligence, but mostly to have culture. One thing is explaining who were Ernie and Bert [3] o how was life without a mobile phones, another one would be having readers who find the nazis in Maus as fictional as Darth Vader and the Galactic Empire. Even though the world may follow that path, we'll stand firm: my comics, our comics, will never be suitable for idiots.
[1] as I will explain in a future post in this blog.
[2] read the section “Did you know--?” in the official Orphans website.
[3] or Eddie & Bart, as I called them in my comic to avoid legal problems.
Siempre es especial que un autor hable de su obra. Gracias por compartir.
ResponderEliminarGracias Santiago! Siempre es un placer. Un saludo.
Eliminar