Queridos fans: ya es julio, y como podéis comprobar, el número 6 de Huérfanos no está terminado como yo había anunciado. Como ya es habitual en esta serie, se retrasa una vez más, seguramente hasta septiembre. Pero la razón de que en estos seis meses desde que terminé los lápices en diciembre no haya podido entintar digitalmente esas esperadas 22 páginas no es porque haya dejado de dibujar, ni mucho menos (ni otros motivos de fuerza mayor). Sino simplemente porque he estado estudiando. Un curso de cómic, concretamente.
Y por qué alguien como yo, que lleva dibujando cómics desde los 8 años, iba a apuntarse a un curso de cómic, os preguntaréis?
Pues porque ya iba siendo hora, no?
La pregunta de si es necesaria algún tipo de formación académica para ser ilustrador o dibujante es una que se repite en los videos de autores y en las redes sociales. Obviamente la respuesta es que no. Yo he dibujado cómics todos estos años sin haber ido a una sola clase remotamente relacionada (excepto un breve taller de cómic cuando iba al instituto, y un curso intensivo de Photoshop hace un par de veranos). Y gracias a mi identidad pública como desarrollador de videojuegos, he conocido a numerosos artistas que tenían poca o ninguna formación excepto la que ellos mismos se habían procurado.
Así que ya veis, si queréis ser artistas solo tenéis que poneros a dibujar y buscar tutoriales y libros por internet. Y todo gratis, qué más se puede pedir?
Eso mismo me preguntaba yo, para qué pagar por clases cuando a base de horas de trabajo y práctica puedes llegar al mismo sitio?
Hasta que el verano pasado, tras publicar el primer volumen recopilatorio de Huérfanos y considerar en qué iba a ponerme a trabajar a continuación, tuve una revelación: después de 30 años dibujando, no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Sabía hacer cuatro cosas bien, seguro, pero después de tanto tiempo aprendiendo por mi cuenta, ya no era capaz de decir qué les pasaba a mis cómics, qué necesitaban para terminar de cruzar el umbral entre la afición y el oficio. Tenía recursos, capacidad, ganas, mucho recorrido pero ya no tenía criterio. Qué estaba haciendo bien, en qué necesitaba mejorar, hacia donde dirigir mis esfuerzos...
Os sorprendería todas las tonterías que le pueden pasar por la cabeza a un dibujante después de las incontables horas de trabajo solitario que te lleva hacer un solo número, no digamos ya una novela gráfica. Y la mejor forma de canalizar todas esas dudas es compartirlas y que alguien con más criterio que tú te ponga en la dirección correcta. Si estás trabajando profesionalmente en esto de hacer cómics, esa persona es un editor. Si aún estás en el proceso de aprender el oficio, esa persona ha de ser, necesariamente, un profesor.
Y como carecía de contactos en esta industria, pero vivo en un sitio donde no faltan las opciones formativas, terminé apuntado en el primero de los tres cursos de cómic de la Escola Joso de Barcelona.
Y qué se enseña en un primer curso de cómic, os preguntaréis? Pues así de memoria, hemos estudiado anatomía, perspectiva, iluminación, narrativa, composición, diseño de personajes, entintado y hasta un poco de rotulación. Que ya me diréis qué me podían explicar a mí de todas esas cosas con mi historial! Y encima dibujamos en papel! Con lápices! Y pinceles, plumillas y tinta!! Con lo que me costó a mí pasarme al digital!!!
Ahora en serio, este primer curso en la Joso ha sido una de mis mejores experiencias como dibujante. Aunque había aprendido todas esas cosas por mi cuenta a base de prueba y error, ir a clase de cómic me ha proporcionado al menos tres experiencias que nunca había tenido.
Una, estructura. Mi forma de aprender siempre ha sido práctica, gracias a lo cual tengo más de mil páginas de cómics dibujados por mí. Pero nunca me había sentado a practicar específicamente anatomía, o diseño de personajes, o entintar lápices de autores profesionales. Al verme “obligado” a dedicar tiempo específicamente a dibujar manos, texturas de pincel, o personajes con diferentes complexiones, he tenido que reorganizar mi caótica mente de forma que tenga que pensármelo bien al abordar un personaje, una viñeta, una página o un proyecto entero. Mi estilo habitual de construir sobre la marcha, además de poco profesional, ahora me resulta claramente deficiente.
Dos, criterio. Este curso me ha permitido exponer mis dibujos, mis habilidades, y mis proyectos anteriores al escrutinio de varios pares de ojos aparte de los de mi guionista, amigos y familiares. Y la clase de feedback que he recibido de ellos ha sido lo suficientemente crítico, y a la vez estimulante, como para ver mi trabajo con otra mirada, entender mejor qué hacía bien, y en qué necesito mejorar. Para ello, ha sido crítica la aportación de nuestro profesor, el gran Mariano De La Torre, a quien no puedo estar más agradecido por su opinión, sus sugerencias y su infinita paciencia con mis infinitas preguntas.
Tres, compañía. Este ha sido para mí el regalo más importante de este curso, y el único que no venía incluído con la matrícula. Compartir esta pasión con los demás alumnos, cada uno con sus propias inquietudes y recorriendo su propio camino, pero haciéndolo juntos durante unas horas cada semana, supone un cambio radical en mi rutina como dibujante. El de dibujar es un trabajo laborioso, pero sobre todo solitario. Y aunque trato de mantener mi presencia en las redes sociales, ninguna cantidad de likes o comentarios puede reemplazar a la experiencia de compartir tu trabajo en directo, ni a la inversa, de poder aportar tu criterio y opiniones al trabajo de tus compañeros.
La consecuencia, en mi caso, es que dibujo mejor ahora que cuando empecé el curso en octubre. Si no por otra razón que porque he tenido la oportunidad de compartir casi todo lo que he dibujado y recibir comentarios de mi profesor y mis compañeros rápidamente. A veces, eso es todo lo que hace falta. Hace falta apuntarse a un curso para eso? Con deberes, horarios y cuotas? Supongo que no, siempre puedes encontrar una comunidad de dibujantes que se reúnan todas las semanas y conseguir el mismo propósito, un poco como pasa con el club de Toastmasters del que soy miembro (o con Alcohólicos Anónimos o Weight Watchers, si queremos estirarlo).
Yo no conozco ninguna comunidad así, ni creo que exista en Barcelona (si la conoces, aquí mi correo). Lo que sí que existe son escuelas de cómic e ilustración, que además tienen un recorrido contrastado, con numerosos profesionales salidos de sus cursos. Los profesores (al menos en la Joso) son, además de docentes, profesionales del medio, y eso para mí marca toda la diferencia. Yo personalmente he estado en el lado del profesor (dando clases en másters y grados de videojuegos) con mi experiencia profesional por toda garantía, y lo que yo he podido aportar a mis alumnos gracias a mi experiencia es lo más importante que espero como alumno. Para aprender de cómic puedo leer libros y ver videos todos los días, pero nada reemplaza el trato personalizado de un profesor o mentor. Es eso, que he tenido mucha suerte con Maese De La Torre.
Por otro lado, otra cosa que no se puede reemplazar es la práctica constante. Y eso es algo que yo ya sabía (de nuevo, más de mil páginas de cómic) pero he descubierto con cierta sorpresa que ponerse las pilas y dibujar a diario es el mayor obstáculo de mucha gente para aprender a dibujar, o para terminar sus proyectos. Eso es algo que ningún curso, escuela o profesor puede resolver.
Porque al final, lo único que no se puede aprender en ninguna clase son las ganas y la motivación. Esas han de venir de fábrica. Y cualquier persona que me diga que quiere aprender a hacer cómics (o cualquier otra cosa) pero no encuentra el tiempo, que recuerde esto: yo voy dos temporadas atrasado en Juego de Tronos, porque cuando tengo un rato libre en casa, lo aprovecho para dibujar antes que ver series, por más ganas que tenga.
Si llevas Juego de Tronos al día pero no encuentras tiempo para dibujar, lo que te pasa es que eres vago (ya te dediqué este post) y no tienes nada que aprender en una escuela de cómic. Los que ya tenemos el hábito, aún estamos a tiempo.
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Dear fans: it's July, and as you can see, issue 6 of Orphans is not finished as I had announced. As usual in this series, it is delayed again, probably until September. But the reason why in these six months since I finished pencils in December I have not digitally inked those expected 22 pages is not because I've stopped drawing, not even close. It's simply because I have been studying. A course on comics, specifically.
And why someone like me who has been drawing comics since age 8, was to enroll in a comics course, you may ask?
Because it was about time, wasn't it?
The question of whether some kind of academic training is required to be an illustrator or cartoonist is one that is repeated in the videos of artists and social networks. Obviously the answer is no. I have drawn comics all these years without going to a single remotely related class (except for a brief comic workshop when I was in high school, and a crash course in Photoshop a couple of summers ago). And thanks to my public identity as a game developer, I have met many artists who had little or no training except what they had sought.
So you see, if you want to be artists you only have to put yourself to draw and look for online tutorials and books. And all for free, what more can you ask?
That is why I asked myself, why pay for classes when with enough hours of work and practice I can get to the same place?
Until last summer, after publishing the first volume of Orphans and consider what I should get to do now, I had a revelation: after 30 years of drawing, I had no idea what I was doing. I could do a few things things well, sure, but after so much time learning on my own, I still was not able to tell what was wrong with my comics, what I needed to finally cross the line between hobby and craft. I had the resources, ability, desire, long way to go but I had no criteria. What I was doing well, what I needed to improve, where to direct my efforts ...
You'd be amazed all the nonsense that can pass through the head of a cartoonist after countless hours of solitary work that takes you to a single issue, let alone a graphic novel. And the best way to channel all these questions is to share them with someone with more discretion than you have to put you in the right direction. If you are working professionally in this comics thing, that person is a publisher. If you are still in the process of learning the trade, that person must necessarily be a teacher.
I had no contacts in the industry, but I live in a place where there is no shortage of training options, so I ended signeing up for the first of three years at Joso Comic School in Barcelona.
And what is taught in a first course of comics, you may ask? Off the top of my head, we have studied anatomy, perspective, lighting, narrative, composition, character design, inking and even some lettering. And what could anyone explain to me about all those things with my record? And on top they draw on paper! With pencils! And brushes, pens and ink!! After all all it took me to switch to digital!!!
Seriously, this first course in Joso has been one of my best experiences as an artist. Although I had learned all these things on my own through trial and error, attending a comic class has given me at least three experiences I never had before.
One, structure. My way of learning has always been practice, thanks to which I have over a thousand pages of comics drawn by me. But I had never sat down to practice specifically anatomy, or character design, or inking over pencils of professional authors. Seeing me "forced" to spend time specifically drawing hands, brush textures, or characters with different complexions, I had to rearrange my chaotic mind so that I have to think about it when dealing with a character, a cartoon, a page or whole project. My usual way of building on the fly, aside of unprofessional, now looked clearly deficient.
Two, criteria. This course has allowed me to expose my drawings, my skills and my previous projects to the scrutiny of several pairs of eyes other than my scriptwriter, friends and family. And the kind of feedback I have received from them has been sufficiently critical, and at the same time stimulating enough to see my work with another look, to better understand what was good and what I needed to improve. To this end, it's been critical the contribution of our teacher, the great Mariano De La Torre, to whom I can not be more grateful for their opinions, suggestions and infinite patience with my endless questions.
Three, company. This has been for me the most important gift of this course, and the only one that didn't came with tuition. Sharing this passion with other students, each with their own concerns and walking their own path, but doing it together for a few hours each week, it represents a radical change in my routine as a cartoonist. Drawing is laborious work, but mostly a solitary one. And though I try to keep my presence in social networks, no amount of likes or comments can replace the experience of sharing your work in person, or conversely, to make your judgment and reviews of the work of your colleagues.
The result, in my case, is that I draw better now than when I started the course back in October. If for no other reason than because I had the opportunity to share almost everything I've drawn and receive feedback from my teacher and my classmates quickly. Sometimes that's all it takes. Do you need to enroll in a course for that? With homework, schedules and fees? I guess not, you can always find a community of artists who meet every week and get the same purpose, a little like about the Toastmasters club of which I am a member (or Alcoholics Anonymous or Weight Watchers, if we stretch it that far).
I know of no such community, or think there is one in Barcelona (if you know it, here is my email). What we have is schools of comics and illustration, which also have a proven record, with numerous professionals coming out of their courses. Teachers (at least at Joso) are aside of teachers, published professionals, and that for me makes all the difference. I have personally been on the side of the teacher (teaching in game development master's degrees) with my professional experience for all credential, and what I could bring to my students thanks to my experience is the most important thing I hoped as a student. To learn about comics I can read books and watch videos every day, but nothing can replace the personal attention of a teacher or mentor. It is either that, or I've been very lucky with Master De La Torre.
On the other hand, another thing that can not be replaced is constant practice. And that's something I already knew (again, more than a thousand pages of comic) but I discovered with some surprise that forcing yourself to draw daily is the biggest obstacle for many people to learn to draw, or to complete projects . That's something no course, school or teacher can solve.
Because in the end, the only thing that can not be learned in any class are desire and motivation. These have to come from inside. And anyone who tells me they wants to learn how to make comics (or anything else) but they can't find the time, remember this: I'm two seasons behind in Game of Thrones, because when I have some free time at home, I'd rather draw than watch TV shows, even though I'd love to do the latter.
If you are up-to-date on Game of Thrones but can not find time to draw, your problem is you're lazy (and I already dedicated you this post) and you have nothing to learn in a school of comics. Those of us who already have the habit, we are still on time.
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