17 abr 2016

(Re)descubrir Image Comics / (Re)discovering Image Comics (I)



El pasado mes de enero, un Humble Bundle solidario me permitió hacerme con una generosa selección de cómics digitales, por la que me apresuré a pagar 25 dólares sin pensarlo. La razón, que la editorial tras tan generosa oferta era Image Comics.

Pero antes de entrar a reseñar los cómics incluídos, dejadme hacer un poco de memoria personal. En 1992, Image Comics fue el sello editorial creado por un selecto grupo de autores que venían de trabajar con gran éxito para Marvel y DC. Su objetivo: crear un sello editorial bajo el que ellos, y los autores que les seguirían, pudieran publicar historias de sus propios personajes, de cuyos derechos serían los titulares, al contrario de lo que pasa en el entorno de las Dos Grandes.

La verdad es que guardo un recuerdo poco grato de aquella primera época de Image. Básicamente, parecía que unos cuantos autores estrella de DC y Marvel, nerviosos por no poder hacerse millonarios a pesar de su popularidad (eran mercenarios muy bien pagados, después de todo) crearon su propia marca, donde poder crear sus personajes y llevarse ellos mismos los beneficios de sus creaciones. Todo muy encomiable, hasta que vimos como los susodichos autores (entre ellos Jim Lee, Todd MacFarlane, Marc Silvestri o el inefable Rob Liefeld) se dedicaban a crear versiones más o menos disimuladas de personajes de las mencionadas DC y Marvel, con resultados no especialmente brillantes. Sinceramente, ni Spawn, ni WildCATS, ni desde luego atrocidades como Youngblood me llamaron la atención (sí en cambio Gen 13, aunque en la categoría de placer culpable). Pero sí lo hicieron un tiempo más tarde títulos para mí imprescindibles como el Astro City de Kurt Busiek, The Maxx de Sam Kieth o Bone de Jeff Smith.

Durante los siguientes 15 o 20 años pierdo de vista Image, y el panorama comiquero en general. Me entero de que el sello Wildstorm, originalmente publicado por Image, fue adquirido por DC, bajo cuyo paraguas vieron la luz algunos de mis cómics favoritos de aquellos años, como The Authority, Ex Machina o las diversas series del sello ABC escritas por Alan Moore.

En definitiva, por lo poco que yo sabía Image parecía haber sido una buena idea para sus creadores pero no el cambio en las reglas de juego que parecía haber prometido. Obviamente, no estaba muy al corriente de lo que realmente estaba pasando.

Salto al verano de 2015, cuando por casualidad me intereso por un par de cómics de los que desconozco nada excepto los créditos de sus autores: Lazarus de Greg Rucka y Michael Lark, The Fade Out de Ed Brubaker y Sean Phillips. Autores que admiraba hacía años y a los que había perdido la pista, y que estaban haciendo algo que nunca antes había leído. Apenas me di cuenta de aquella "i" minúscula que identificaba el sello editorial en la portada.

Durante aquel verano empecé a seguir las noticias del mundo del cómic (americano, sobre todo) y las "pull lists" de los entendidos. Títulos como Deadly Class, Sex Criminals, Chew, Southern Bastards, The Wicked and the Divine, Saga... parecían estar omnipresentes en las listas de los mejores cómics del año. Cuando empecé a interesarme por ellos, descubrí obras únicas, personales, creadas con pasión, y todas ellas auspiciadas por aquel mismo sello editorial que había dejado de lado hacía tanto años. ¿¡Qué había pasado!?

Lo que había pasado es que Image había alcanzado lo que solo puede definirse como una edad dorada apostando por lo mejor y más personal de sus autores. Muchos de ellos venían de hacerse un nombre trabajando con los personajes más populares de Marvel o DC, y aquí daban lo mejor de sí mismos con sus creaciones más personales. Nombres como Warren Ellis, Matt Fraction, Rick Remender, Greg Rucka, Ed Brubaker, Scott Snyder, Kieron Gillen & Jamie McElvie... y por supuesto Robert Kirkman, cuyo formidable éxito con The Walking Dead le encumbró a director creativo de la firma.

Seré sincero, no todo lo que he leído de Image ha sido de mi gusto. Pero nada me ha resultado conocido o indiferente. Al ceder el poder a sus creadores, y al contrario que en sus primeros años, estos han creado obras que no habrían podido tener el alcance que han tenido bajo la potente maquinaria editorial de Image (sin despreciar el resto de editoriales). Y después de haber podido comprobar lo que estos autores habían hecho para las Dos Grandes, puedo decir que la calidad de sus obras para Image es superior, o al menos mucho más personal.

Y ahora sí, un poco de reseña de lo que me he encontrado en este Humble Bundle, y en el resto de mis lecturas Image de los últimos nueve meses, empezando desde lo más decepcionante, e intentaré ir de ahí a más.

  

No Mercy (Alex De Campi, Carla Speed McNeil, Jenn Manley Lee, 2015)
Todavía no entiendo qué tiene de especial este cómic. Un grupo de niños quedan tirados en mitad del desierto durante una excursión a México y tienen que buscarse la vida para sobrevivir. Un punto de partida que, con personajes que me importaran, un arte atractivo y alguna clase de intriga, habría podido tener interés. A mí personalmente me resultó completamente insulso.

Self-Obsessed (Sina Grace, 2015)
Le reconozco a Sina Grace el mérito de haber sido capaz de meter cómics realizados durante sus años de estudiante en esta especie de memoria visual de su vida y crecimiento como artista. Es el único. El resto de su historia me resulta totalmente irrelevante, su condición de homosexual no tiene ninguna trascendencia más allá de la anécdota, y solo unas pocas páginas autorreflexivas lo salvan del tedio. Lo siento, pero he leido obras autobiográficas de autores con historias personales con las que podía conectar mucho más (David B, Craig Thompson, Guy Delisle...).

Virgil (Steve Orlando, JD Faith, 2015)
Esta es la historia de un policía gay en la muy homófoba Jamaica, y cuando sus compañeros descubren su condición, asesinan a sus amigos y secuestran a su pareja. Hasta aquí podríamos tener la historia de denuncia e injusticia que las críticas proclamaban. Pero esto dura unas 20 páginas. Luego el personaje se vuelve Charles Bronson y emprende una venganza salvaje y el cómic deviene un relato de acción y violencia extrema, no especialmente bien dibujado, y sin desarrollo argumental alguno. Seamos sinceros, si la temática de fondo de este cómic no hubiera sido la homosexualidad y la intolerancia, no creo que hubiera tenido la menor relevancia. Pero ahora su guionista está al cargo de Midnighter, la primera serie DC de un superhéroe abiertamente gay. Espero que se le dé mejor, con Virgil yo ya tuve suficiente.

Ok, a partir de aquí la experiencia resultó más satisfactoria. Empezando por...

  

Kaptara (Chip Zdarsky, Kagan Mcleod, 2015)
Sentía especial curiosidad por este trabajo, uno de los primeros como guionista del genial dibujante de Sex Criminals. Y la verdad, es un cómic bastante divertido, irreverente y que se toma muy poco en serio a sí mismo. Las aventuras futuristas-fantásticas de un astronauta gay en un mundo remoto y bastante absurdo contienen varios hallazgos visuales, un sentido del humor fresco, y la promesa de grandes cosas del Zdarsky guionista que ya se han visto en su Jughead para Archie Comics.

Jupiter's Circle (Mark Millar, Wilfredo Torres, 2015)
Reconozco haberme perdido Jupiter's Legacy, por lo que esta precuela me ha resultado completamente nueva. En la pura tradición Millar de darle la vuelta a las convenciones de los superhéroes, en este cómic lo de menos son las aventuras de sus personajes en mallas, sino de los seres humanos bajo la máscara, con el añadido de construir una mitología superheroica completa al estilo Watchmen en unos pocos números. Me ha convencido, aunque con este ya van cuatro cómics en esta lista donde la homosexualidad se cuela como tema de fondo. Que estoy a favor de la diversidad, pero que hay más temas dónde buscarla!

Ody-C (Matt Fraction, Christian Ward, 2015)
Y hablando de diversidad, qué decir de esta versión futurista y con los géneros cambiados de la odisea de Homero. Me intrigaba ver qué podía hacer con este material mi admirado Matt Fraction (de Sex Criminals) pero reconozco que (a) encontrarme con temas homoeróticos por quinta vez en esta selección llega a cansarme, y (b) el arte psicodélico de Ward encaja perfectamente con el tono revisionista de la narración, pero hace la lectura más demandante de lo necesario. Aún así, aplaudo la audacia de la propuesta, y le doy una segunda oportunidad.

  

Nowhere Men (Eric Stephenson, Nate Belgarde, Jordie Bellaire, 2013)
Obra ambiciosa donde las haya, en este cómic nos proponen un mundo dominado por la ciencia donde un grupo de científicos-estrella (sospechosamente parecidos a los Beatles) cambió el curso de la historia con sus invenciones. La historia, los personajes, la construcción de la intriga son admirables, y cada episodio va construyendo sobre los anteriores. Solo criticar que la sombra de Watchmen en las narraciones del pasado resulta demasiado evidente, y que la historia actual de los residentes en la estación espacial, termina corriendo el riesgo de convertirse en una historia de mutantes al uso. La mantendo en mi lista, pero con prudencia.

Trees (Warren Ellis, Jason Howard, 2015)
Otra propuesta ambiciosa y llena de misterio cortesía del impredecible Warren Ellis. Superada la premisa inicial de la llegada de una especie de objetos alienígenas sin identificar (que permite a Ellis proponer uno de esos escenarios globales que tanto le gustan), la historia sigue a varios personajes sin conexión aparente, sin que el destino de ninguno me termine de importar. Mantengo el interés por la intriga de saber en qué va a acabar lo de los “árboles” de marras, pero por poco. La otra obra de Ellis en esta lista, Injection, me ha enganchado mucho más. Y salen más gays, y ya van seis.

 

Phonogram (Kieron Gillen, Jamie McElvie, 2012)
No dejaba de oir hablar de Gillen y McElvie, sobre todo a raíz de The Wicked and The Divine, así que antes de leer su (al parecer) obra maestra, tuve ocasión de comprobar su evolución a lo largo de su otra obra de culto, en la que magia, sexo y música pop se mezclan de una forma tan aparentemente caótica que solo un par de genios serían capaces de convertirlo en un cómic tan disfrutable. Su primer volumen Rue Britannia ya apunta maneras, pero el segundo The Singles Club, es una joya en forma de puzzle de seis piezas. Ansioso por leer el tercero The Immaterial Girl, me declaro fan de este equipo creativo.

 

Rat Queens (Kurtis J. Wiebe, Roc Upchurch, Stjepan Sejic, Tess Fowler, 2013)
Si un cómic refleja la diversidad y variedad (cultural, racial, sexual) ampliamente representada en cómics de Image, es esta divertidísima saga de aventuras muy al estilo Dungeons & Dragons (con homenajes más o menos explícitos) protagonizado por un variopinto grupo de aventureras de fantasía. Además de aventuras entretenidas, con acción, humor y una selección de caracteres habitualmente representado por personajes masculinos, aquí la diversidad es parte de la historia y eleva este título por encima de las convenciones del género.

Sunstone (Stjepan Sejic, 2014)
Originalmente publicada en DeviantArt, esta obra del artista serbio Stjepan Sejic (de quien ya hablé en su momento) contiene todos los temas sobre diversidad sexual posibles, en la que dos chicas aficionadas al BDSM (ya sabéis: látigos, cuero, cuerdas... a quién no le gustan esas cosas?) se conocen online y mantienen una apasionada relación. Pero este no es un cómic erótico: es una comedia romántica! Tiene algunas imágenes subidas de tono, pero sobre todo está lleno de ternura, humor y personajes entrañables. Sejic tiene entre sus créditos obras más bien fantásticas, que que aquí cambia por otra clase de fantasías, más cotidianas y por ello más cercanas.

 

Wolf (Ales Kot, Matt Taylor, Lee Loughridge, 2015)
Una de las sorpresas de este paquete ha sido comprobar como en el género de terror, Image publica los grandes cómics que en otra época habría publicado el sello Vertigo de DC (de cuyo reciente esfuerzo por resurgir tengo que hablar más adelante). Y Wolf es la muestra perfecta de esa tendencia, una historia que mezcla horror sobrenatural con una intriga de género negro, y que sin dejar de ser inquietante, consigue crear personajes con los que identificarse a pesar de ser completamente irreales. Uno de los títulos que empecé con pereza y del que ahora espero ansioso cada nuevo número. Y el mejor cómic de terror del lote si no fuera por...

Wytches (Scott Snyder, Jock, 2015)
Del actual guionista de Batman, o anteriormente de American Vampire para Vertigo, uno esperaba algo bueno pero convencional. En vez de eso, Wytches es actualmente mi cómic de terror favorito (a falta de leer Locke and Key) y de lo mejor que he leído en todo el año. Dentro del contexto de una historia fantástica es capaz de plasmar el miedo tan real y cotidiano de un padre a perder a sus hijos, del que Snyder parece hacer catarsis al ambientar la historia en el mismo lugar donde realmente pasa las vacaciones con sus hijos (!). El arte de Jock (habitual colaborador de Snyder en Detective Comics y otros títulos) le consigue la quinta estrella a esta obra imprescindible.

  

Injection (Warren Ellis, Declan Shalvey, Jordie Bellaire, 2015)
Por suerte leí Injection después de Trees y no al revés, ya que todo lo que me gustaba de Warren Ellis en su momento, y que eché a faltar en su otra obra de esta lista, está presente aquí, incluyendo su enigmático planteamiento, sus personajes antiheroicos muy al estilo The Authority, y su mezcla de cotidianeidad y fantasía imprevisible. Como no leí en su momento la reinvención que hicieron Ellis y Shalvey de Moon Knight, esta obra me resultaba nueva. Y lo que es mejor, mantenía la misma sensación con cada número. Otro de los títulos que sigo con impaciente lealtad.

Pretty Deadly (Kelly Sue DeConnick, Emma Rios, 2014)
Otra de las sorpresas de mi redescubrimiento de los comics Image ha sido la ingente cantidad de autoras (tanto guionistas como artistas) que se reúnen en sus títulos. Por supuesto Fiona Staples abandera la categoría de mejores dibujantes, pero el equipo DeConnick-Rios no desmerece en absoluto con esta obra inesperada y sorprendente, mezcla de western y fantasía, épica y terrible, llena de imágenes poéticas. Unico “pero”, podría haber acabado en el primer volumen, y me da algo de pereza leer como continúa, pero al menos este primer arco es absolutamente recomendable.

Wayward (Jim Zub, Steve Cummings, 2014)
De todas mis carencias en conocimiento de los cómics, la que más lamento es la del manga, del que apenas conozco unos pocos títulos clásicos. Por eso agradezco tanto que a falta de leer genuinos títulos japoneses, Image nos regale esta pequeña joya de fusión, contada al estilo occidental, pero ambientada en Japón e ilustrada con un estilo que mezcla perfectamente la narrativa americana con la japonesa. El resultado es una obra de fantasía deliciosa, entretenida, y sobre todo, estéticamente de las más elaboradas que he leído. Y como extra impagable del tomo deluxe, un índice de las referencias culturales y fantásticas que aparecen en el primer arco narrativo.

 

Outcast (Robert Kirkman, Brian Azaceta, 2015)
Dejad que me ponga un poco exquisito y elitista: me molesta la aureola que rodea a Robert Kirkman, y me molesta un poco que en tan solo dos años esta obra ya haya sido llevada a la televisión (la serie se estrena en mayo) con la etiqueta de “del creador de The Walking Dead” como garantía. Aún siendo fan de The Walking Dead en televisión, y sabiendo que el éxito del cómic en que se basa (del que me temo que aún no he leido ni un solo número) es uno de los pilares del resurgimiento de Image (no en vano Kirkman es uno de sus directivos), me molesta esa aureola porque puede ocultar el hecho de que Outcast es desde su inicio, un cómic de terror magistral, un extraordinario retrato de un ambiente y sus personajes, una fórmula perfecta de horror cotidiano, y solo espero que mantenga ese mismo nivel.

Low (Rick Remender, Greg Tocchini, 2015)
Ya expresé aquí mi admiración por Rick Remender y su Deadly Class, así que me acerqué a esta otra obra con ciertas expectativas, y aún así logró sorprenderme. Puede que la historia no resulte tan inspirado como la de su obra maestra, pero aquí el gran hallazgo es el arte de Tocchini. Remender propone una mezcla de historia postapocalíptica y discurso positivo, una especie de Mad Max subacuático lleno de increíbles diseños e imágenes que a veces parecen inspiradas en obras clásicas, y en otras bien podrían haber sido firmados por Moebius. En cuanto a arte, de los mejores trabajos en esta lista, aunque la historia podría haber sido algo más trabajada para su ambiciosa propuesta.

 

Descender (Jeff Lemire, Dustin Nguyen, 2015)
Todo el mundo tiene derecho a ganarse la vida, y Jeff Lemire lo ha hecho muy bien trabajando para los principales títulos de DC y Marvel (actualmente escribe los X-Men) desde que se diera a conocer con su muy personal Sweet Tooth. Pero lejos de haberse acomodado en lo comercial, se reivindica en esta preciosa historia de ciencia ficción ilustrada por las bellísimas acuarelas de Nguyen. Otro de los trabajos artísticos destacados de esta lista, y una muy entretenida historia llena de emoción y personajes entrañables... incluyendo el niño robot protagonista.

Bitch Planet (Kelly Sue DeConnick, Valentine De Landro, 2015)
Si en Captain Marvel demostraba saber contar una historia entretenida, y en Pretty Deadly sus dotes para la poesía fantástica, aquí DeConnick demuestra por qué es una de las voces más relevantes del cómic americano, al meter en lo que parece una historia de ciencia ficción imposible algunos temas de rabiosa actualidad como el papel de la mujer en la sociedad, la violencia de género y cualquier otra temática relacionada con la diversidad sexual. Que lo haga dentro de un relato carcelario-futurista, y que con la complicidad de De Landro use la estética de las películas de “sexploitation” de los 60 solo lo hace más genial, y una de las obras, no ya recomendables, sino más relevantes y necesarias de esta lista. Imprescindible.

Y aunque no estuvieran incluidos en el humble bundle, también he leído...

 

I Hate Fairyland (Skottie Young, 2015)
Si una palabra define a este cómic es “gamberro”. Su protagonista es una suerte de Alicia que se queda atrapada en el mundo de los cuentos de hadas, y en su propio cuerpo infantil, y deja salir su furia psicópata. Una revisión desquiciada de los universos de fantasía hace de Shrek un chiste inocente, y en el que su autor dispara con metralleta contra los mundos edulcorados e inocentes de los cuentos infantiles, convertidos aquí en coto de caza para su delirante antiheroína. Puede que no vaya mucho más allá del chiste que lo anima, pero en los 5 números que lleva, el chiste aún no se ha agotado.

Velvet (Ed Brubaker, Steve Epting, 2013)
Solo por el nombre de Ed Brubaker (Criminal, Fatale, The Fade Out) ya me habría abonado a este cómic. Pero si a esto añadimos una intrincada historia de espías ambientada en la guerra fría, un personaje protagonista como la Velvet del título (que junto a Forever de Lazarus y Alana de Saga podría encabezar la lista de mejores personajes femeninos de Image, que es casi como decir del cómic actual, con permiso de Nimona), y el arte impecable de Steve Epting (para mí, superior a lo que había hecho en Marvel, incluyendo New Avengers y Winter Soldier), yo al menos ya no necesito más argumentos. Otra de mis imprescindibles.

 

Paper Girls (Brian K. Vaughan, Cliff Chiang, 2015)
Antes que ponerme al día con Y The Last Man, Ex Machina y Saga, me leí la extraordinaria The Private Eye (que ya comenté en su momento), así que cuando Vaughan lanzó su nueva serie ya partía de unas expectativas muy altas – pero entonces me volvió a sorprender. Desde su título y su ambientación, esta historia aparentemente menor es un ejercicio de nostalgia de los 80, y a la vez una propuesta radical, y como es costumbre en su autor, llena de sorpresas. Aún pronto para ponerle nota, pero ya me tiene enganchado.

Plutona (Jeff Lemire, Emi Lenox, 2015)
Curiosamente este título comparte varios elementos temáticos con el anterior, y también parece un trabajo menor de Lemire (al menos comparado con Descender o sus X-Men). Y sin embargo la mirada infantil (en sus protagonistas y en el estilo de dibujo) a las clásicas historias de superhéroes la emparenta lejanamente con Powers o Astro City, pero con una perspectiva muy personal. También es pronto para ponerle nota, pero promete.
. . . 

Y hasta aquí he llegado de momento, aunque me han quedado pendientes de leer al menos dos grandes obras incluídas en el lote: Stray Bullets e Invincible. Al igual que un montón de otros títulos que tengo en cola, incluyendo: Limbo, Postal, Sheltered, Symmetry, The Beauty, Alex+Ada, Morning Glories, Invisible Republic, Chew, The Tithe, They're Not Like Us, Black Magick, Tokyo Ghost, East of West, Southern Bastards... uf, lo que me queda. Y por supuesto, ningún repaso a lo mejor de Image estos días está completo sin The Wicked and the Divine y Saga, de las que que actualmente estoy disfrutando, y que prefiero comentar cuando me haya puesto al día.

La conclusión a la que llego después de este atracón de Image Comics, es que no hay casi nada que relacione los títulos Image entre sí, más allá de la repetición de algunos autores recurrentes (Fraction, Remender, Vaughan), excepto la libertad y el riesgo creativo. Es cierto que se repiten algunos elementos, como la representación de la diversidad en todas sus formas, y notablemente una enorme libertad y madurez de lo que en otros entornos editoriales supone un absoluto tabú, sobre todo el sexo (una editorial donde se publica Sex Criminals no predica sobre libertad creativa: la ejerce).

Lo curioso de todo esto es que Image no es precisamente un actor menos en el vasto mercado editorial americano (como Oni, Boom o Dynamite) sino toda una número 3 en tamaño y ventas, algo que ha conseguido en apenas 20 años, y sin contar con iconos culturales como los que alimentan a las Dos Grandes. Parece que finalmente, la apuesta de riesgo de aquellos fundadores ha dado sus frutos, no ya para ellos (hace ya mucho que Todd MacFarlane no tiene problemas económicos) sino para el cómic americano en general.

En esta época de franquicias, secuelas, adaptaciones y falta general de imaginación en las grandes corporaciones del entretenimiento, se agradecen fenómenos culturales como la irrupción de las grandes series de televisión (que llevan unos años dejando en evidencia a la mayoría del cine comercial). Para mí, los cómics Image vienen a jugar el mismo papel en el panorama del cómic americano, que llevaba demasiado tiempo viviendo de reciclar una y otra vez sus propios mitos. Yo sin ir más lejos había perdido completamente el interés en los cómics de Marvel y DC (aunque lo he recuperado a medias, ya hablaré de ello otro día) y en cambio los cómics de Image, aunque no sean siempre buenos, me resultan constantemente estimulantes, y no revisiones de viejas fórmulas (como por desgracia fueron al principio, por otro lado).

Y creo que es importante que sea una gran editorial la que permita a los autores más innovadores publicar las historias más trasgresoras con libertad, y así evitar (como pasa en otros medios) que la innovación se quede reservada a reductos independientes y minoritarios. Cierto que muchos de los autores de Image además trabajan a sueldo para Marvel y DC para poder subsistir, lo que también explica también la clase de mercado del que estamos hablando: tanta independencia no siempre paga las facturas. Pero sigue siendo un pequeño precio por poder disfrutar de obras como Saga, Lazarus, Deadly Class o Sex Criminals.

Skottie Young cuenta en su introducción a I Hate Fairyland que para él publicar en Image era un sueño hecho realidad, por el nivel de control que podría tener sobre el producto. Y Brian K. Vaughan lo explica muy claro en una de sus geniales secciones de correo de Saga:


Cuando un tipo como Vaughan lo pone de esta manera, hace falta que diga con qué editorial quiero publicar mis cómics cuando sea mayor? Yo por si acaso, he ido haciendo unas pruebas a ver cómo quedaba :)

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