El pasado mes de
enero, un Humble Bundle solidario me permitió hacerme con una generosa selección de cómics digitales, por la que me apresuré
a pagar 25 dólares sin pensarlo. La razón, que la editorial tras
tan generosa oferta era Image Comics.
Pero antes de
entrar a reseñar los cómics incluídos, dejadme hacer un poco de
memoria personal. En 1992, Image Comics fue el sello editorial creado
por un selecto grupo de autores que venían de trabajar con gran
éxito para Marvel y DC. Su objetivo: crear un sello editorial bajo
el que ellos, y los autores que les seguirían, pudieran publicar
historias de sus propios personajes, de cuyos derechos serían los
titulares, al contrario de lo que pasa en el entorno de las Dos
Grandes.
La verdad es que
guardo un recuerdo poco grato de aquella primera época de Image.
Básicamente, parecía que unos cuantos autores estrella de DC y
Marvel, nerviosos por no poder hacerse millonarios a pesar de su
popularidad (eran mercenarios muy bien pagados, después de todo)
crearon su propia marca, donde poder crear sus personajes y llevarse
ellos mismos los beneficios de sus creaciones. Todo muy encomiable,
hasta que vimos como los susodichos autores (entre ellos Jim Lee,
Todd MacFarlane, Marc Silvestri o el inefable Rob Liefeld) se
dedicaban a crear versiones más o menos disimuladas de personajes de
las mencionadas DC y Marvel, con resultados no especialmente
brillantes. Sinceramente, ni Spawn, ni WildCATS, ni desde luego
atrocidades como Youngblood me llamaron la atención (sí en cambio
Gen 13, aunque en la categoría de placer culpable). Pero sí lo
hicieron un tiempo más tarde títulos para mí imprescindibles como
el Astro City de Kurt Busiek, The Maxx de Sam Kieth o Bone de Jeff
Smith.
Durante los
siguientes 15 o 20 años pierdo de vista Image, y el panorama
comiquero en general. Me entero de que el sello Wildstorm,
originalmente publicado por Image, fue adquirido por DC, bajo cuyo
paraguas vieron la luz algunos de mis cómics favoritos de aquellos
años, como The Authority, Ex Machina o las diversas series del sello
ABC escritas por Alan Moore.
En definitiva, por
lo poco que yo sabía Image parecía haber sido una buena idea para
sus creadores pero no el cambio en las reglas de juego que parecía
haber prometido. Obviamente, no estaba muy al corriente de lo que
realmente estaba pasando.
Salto al verano de
2015, cuando por casualidad me intereso por un par de cómics de los
que desconozco nada excepto los créditos de sus autores: Lazarus de
Greg Rucka y Michael Lark, The Fade Out de Ed Brubaker y Sean
Phillips. Autores que admiraba hacía años y a los que había
perdido la pista, y que estaban haciendo algo que nunca antes había
leído. Apenas me di cuenta de aquella "i" minúscula que
identificaba el sello editorial en la portada.
Durante aquel
verano empecé a seguir las noticias del mundo del cómic (americano,
sobre todo) y las "pull lists" de los entendidos. Títulos como
Deadly Class, Sex Criminals, Chew, Southern Bastards, The Wicked and
the Divine, Saga... parecían estar omnipresentes en las listas de
los mejores cómics del año. Cuando empecé a interesarme por ellos,
descubrí obras únicas, personales, creadas con pasión, y todas
ellas auspiciadas por aquel mismo sello editorial que había dejado
de lado hacía tanto años. ¿¡Qué había pasado!?
Lo que había
pasado es que Image había alcanzado lo que solo puede definirse como
una edad dorada apostando por lo mejor y más personal de sus
autores. Muchos de ellos venían de hacerse un nombre trabajando con
los personajes más populares de Marvel o DC, y aquí daban lo mejor
de sí mismos con sus creaciones más personales. Nombres como Warren
Ellis, Matt Fraction, Rick Remender, Greg Rucka, Ed Brubaker, Scott Snyder,
Kieron Gillen & Jamie McElvie... y por supuesto Robert Kirkman,
cuyo formidable éxito con The Walking Dead le encumbró a director
creativo de la firma.
Seré sincero, no
todo lo que he leído de Image ha sido de mi gusto. Pero nada me ha
resultado conocido o indiferente. Al ceder el poder a sus creadores,
y al contrario que en sus primeros años, estos han creado obras que no habrían podido tener el alcance que han tenido bajo la potente
maquinaria editorial de Image (sin despreciar el resto de
editoriales). Y después de haber podido comprobar lo que estos
autores habían hecho para las Dos Grandes, puedo decir que la
calidad de sus obras para Image es superior, o al menos mucho más personal.
Y ahora sí, un
poco de reseña de lo que me he encontrado en este Humble Bundle, y
en el resto de mis lecturas Image de los últimos nueve meses,
empezando desde lo más decepcionante, e intentaré ir de ahí a más.
No Mercy (Alex De
Campi, Carla Speed McNeil, Jenn Manley Lee, 2015)
Todavía no
entiendo qué tiene de especial este cómic. Un grupo de niños
quedan tirados en mitad del desierto durante una excursión a México
y tienen que buscarse la vida para sobrevivir. Un punto de partida
que, con personajes que me importaran, un arte atractivo y alguna
clase de intriga, habría podido tener interés. A mí personalmente
me resultó completamente insulso.
Self-Obsessed (Sina
Grace, 2015)
Le reconozco a Sina
Grace el mérito de haber sido capaz de meter cómics realizados
durante sus años de estudiante en esta especie de memoria visual de
su vida y crecimiento como artista. Es el único. El resto de su
historia me resulta totalmente irrelevante, su condición de
homosexual no tiene ninguna trascendencia más allá de la anécdota,
y solo unas pocas páginas autorreflexivas lo salvan del tedio. Lo
siento, pero he leido obras autobiográficas de autores con historias
personales con las que podía conectar mucho más (David B, Craig
Thompson, Guy Delisle...).
Virgil (Steve
Orlando, JD Faith, 2015)
Esta es la historia
de un policía gay en la muy homófoba Jamaica, y cuando sus
compañeros descubren su condición, asesinan a sus amigos y
secuestran a su pareja. Hasta aquí podríamos tener la historia de
denuncia e injusticia que las críticas proclamaban. Pero esto dura
unas 20 páginas. Luego el personaje se vuelve Charles Bronson y
emprende una venganza salvaje y el cómic deviene un relato de acción
y violencia extrema, no especialmente bien dibujado, y sin desarrollo
argumental alguno. Seamos sinceros, si la temática de fondo de este
cómic no hubiera sido la homosexualidad y la intolerancia, no creo
que hubiera tenido la menor relevancia. Pero ahora su guionista está
al cargo de Midnighter, la primera serie DC de un superhéroe
abiertamente gay. Espero que se le dé mejor, con Virgil yo ya tuve
suficiente.
Ok, a partir de
aquí la experiencia resultó más satisfactoria. Empezando por...
Kaptara (Chip
Zdarsky, Kagan Mcleod, 2015)
Sentía especial
curiosidad por este trabajo, uno de los primeros como guionista del
genial dibujante de Sex Criminals. Y la verdad, es un cómic bastante
divertido, irreverente y que se toma muy poco en serio a sí mismo.
Las aventuras futuristas-fantásticas de un astronauta gay en un
mundo remoto y bastante absurdo contienen varios hallazgos visuales,
un sentido del humor fresco, y la promesa de grandes cosas del
Zdarsky guionista que ya se han visto en su Jughead para Archie
Comics.
Jupiter's Circle
(Mark Millar, Wilfredo Torres, 2015)
Reconozco haberme
perdido Jupiter's Legacy, por lo que esta precuela me ha resultado
completamente nueva. En la pura tradición Millar de darle la vuelta
a las convenciones de los superhéroes, en este cómic lo de menos
son las aventuras de sus personajes en mallas, sino de los seres
humanos bajo la máscara, con el añadido de construir una mitología
superheroica completa al estilo Watchmen en unos pocos números. Me
ha convencido, aunque con este ya van cuatro cómics en esta lista
donde la homosexualidad se cuela como tema de fondo. Que estoy a
favor de la diversidad, pero que hay más temas dónde buscarla!
Ody-C (Matt
Fraction, Christian Ward, 2015)
Y hablando de
diversidad, qué decir de esta versión futurista y con los géneros
cambiados de la odisea de Homero. Me intrigaba ver qué podía hacer
con este material mi admirado Matt Fraction (de Sex Criminals) pero
reconozco que (a) encontrarme con temas homoeróticos por quinta vez
en esta selección llega a cansarme, y (b) el arte psicodélico de
Ward encaja perfectamente con el tono revisionista de la narración,
pero hace la lectura más demandante de lo necesario. Aún así,
aplaudo la audacia de la propuesta, y le doy una segunda oportunidad.
Nowhere Men (Eric
Stephenson, Nate Belgarde, Jordie Bellaire, 2013)
Obra ambiciosa
donde las haya, en este cómic nos proponen un mundo dominado por la
ciencia donde un grupo de científicos-estrella (sospechosamente
parecidos a los Beatles) cambió el curso de la historia con sus
invenciones. La historia, los personajes, la construcción de la
intriga son admirables, y cada episodio va construyendo sobre los
anteriores. Solo criticar que la sombra de Watchmen en las
narraciones del pasado resulta demasiado evidente, y que la historia
actual de los residentes en la estación espacial, termina corriendo
el riesgo de convertirse en una historia de mutantes al uso. La
mantendo en mi lista, pero con prudencia.
Trees (Warren
Ellis, Jason Howard, 2015)
Otra propuesta
ambiciosa y llena de misterio cortesía del impredecible Warren
Ellis. Superada la premisa inicial de la llegada de una especie de
objetos alienígenas sin identificar (que permite a Ellis proponer
uno de esos escenarios globales que tanto le gustan), la historia
sigue a varios personajes sin conexión aparente, sin que el destino
de ninguno me termine de importar. Mantengo el interés por la
intriga de saber en qué va a acabar lo de los “árboles” de
marras, pero por poco. La otra obra de Ellis en esta lista,
Injection, me ha enganchado mucho más. Y salen más gays, y ya van
seis.
Phonogram (Kieron
Gillen, Jamie McElvie, 2012)
No dejaba de oir
hablar de Gillen y McElvie, sobre todo a raíz de The Wicked and The
Divine, así que antes de leer su (al parecer) obra maestra, tuve
ocasión de comprobar su evolución a lo largo de su otra obra de
culto, en la que magia, sexo y música pop se mezclan de una forma
tan aparentemente caótica que solo un par de genios serían capaces
de convertirlo en un cómic tan disfrutable. Su primer volumen Rue
Britannia ya apunta maneras, pero el segundo The Singles Club, es una
joya en forma de puzzle de seis piezas. Ansioso por leer el tercero
The Immaterial Girl, me declaro fan de este equipo creativo.
Rat Queens (Kurtis J. Wiebe, Roc Upchurch, Stjepan Sejic, Tess Fowler, 2013)
Si un cómic
refleja la diversidad y variedad (cultural, racial, sexual)
ampliamente representada en cómics de Image, es esta divertidísima
saga de aventuras muy al estilo Dungeons & Dragons (con
homenajes más o menos explícitos) protagonizado por un variopinto
grupo de aventureras de fantasía. Además de aventuras entretenidas,
con acción, humor y una selección de caracteres habitualmente
representado por personajes masculinos, aquí la diversidad es parte
de la historia y eleva este título por encima de las convenciones
del género.
Sunstone (Stjepan
Sejic, 2014)
Originalmente
publicada en DeviantArt, esta obra del artista serbio Stjepan Sejic
(de quien ya hablé en su momento) contiene todos los temas sobre
diversidad sexual posibles, en la que dos chicas aficionadas al BDSM
(ya sabéis: látigos, cuero, cuerdas... a quién no le gustan esas
cosas?) se conocen online y mantienen una apasionada relación. Pero
este no es un cómic erótico: es una comedia romántica! Tiene
algunas imágenes subidas de tono, pero sobre todo está lleno de
ternura, humor y personajes entrañables. Sejic tiene entre sus
créditos obras más bien fantásticas, que que aquí cambia por otra
clase de fantasías, más cotidianas y por ello más cercanas.
Wolf (Ales Kot,
Matt Taylor, Lee Loughridge, 2015)
Una de las
sorpresas de este paquete ha sido comprobar como en el género de
terror, Image publica los grandes cómics que en otra época habría
publicado el sello Vertigo de DC (de cuyo reciente esfuerzo por
resurgir tengo que hablar más adelante). Y Wolf es la muestra
perfecta de esa tendencia, una historia que mezcla horror
sobrenatural con una intriga de género negro, y que sin dejar de ser
inquietante, consigue crear personajes con los que identificarse a
pesar de ser completamente irreales. Uno de los títulos que empecé
con pereza y del que ahora espero ansioso cada nuevo número. Y el
mejor cómic de terror del lote si no fuera por...
Wytches (Scott
Snyder, Jock, 2015)
Del actual
guionista de Batman, o anteriormente de American Vampire para
Vertigo, uno esperaba algo bueno pero convencional. En vez de eso,
Wytches es actualmente mi cómic de terror favorito (a falta de leer
Locke and Key) y de lo mejor que he leído en todo el año. Dentro
del contexto de una historia fantástica es capaz de plasmar el miedo
tan real y cotidiano de un padre a perder a sus hijos, del que Snyder
parece hacer catarsis al ambientar la historia en el mismo lugar
donde realmente pasa las vacaciones con sus hijos (!). El arte de
Jock (habitual colaborador de Snyder en Detective Comics y otros
títulos) le consigue la quinta estrella a esta obra imprescindible.
Injection (Warren
Ellis, Declan Shalvey, Jordie Bellaire, 2015)
Por suerte leí
Injection después de Trees y no al revés, ya que todo lo que me
gustaba de Warren Ellis en su momento, y que eché a faltar en su
otra obra de esta lista, está presente aquí, incluyendo su
enigmático planteamiento, sus personajes antiheroicos muy al estilo
The Authority, y su mezcla de cotidianeidad y fantasía imprevisible.
Como no leí en su momento la reinvención que hicieron Ellis y Shalvey de
Moon Knight, esta obra me resultaba nueva. Y lo que es mejor,
mantenía la misma sensación con cada número. Otro de los títulos
que sigo con impaciente lealtad.
Pretty Deadly
(Kelly Sue DeConnick, Emma Rios, 2014)
Otra de las
sorpresas de mi redescubrimiento de los comics Image ha sido la
ingente cantidad de autoras (tanto guionistas como artistas) que se
reúnen en sus títulos. Por supuesto Fiona Staples abandera la
categoría de mejores dibujantes, pero el equipo DeConnick-Rios no
desmerece en absoluto con esta obra inesperada y sorprendente, mezcla
de western y fantasía, épica y terrible, llena de imágenes
poéticas. Unico “pero”, podría haber acabado en el primer
volumen, y me da algo de pereza leer como continúa, pero al menos
este primer arco es absolutamente recomendable.
Wayward (Jim Zub,
Steve Cummings, 2014)
De todas mis
carencias en conocimiento de los cómics, la que más lamento es la
del manga, del que apenas conozco unos pocos títulos clásicos. Por
eso agradezco tanto que a falta de leer genuinos títulos japoneses,
Image nos regale esta pequeña joya de fusión, contada al estilo
occidental, pero ambientada en Japón e ilustrada con un estilo que
mezcla perfectamente la narrativa americana con la japonesa. El
resultado es una obra de fantasía deliciosa, entretenida, y sobre
todo, estéticamente de las más elaboradas que he leído. Y como extra impagable
del tomo deluxe, un índice de las referencias culturales y
fantásticas que aparecen en el primer arco narrativo.
Outcast (Robert
Kirkman, Brian Azaceta, 2015)
Dejad que me ponga
un poco exquisito y elitista: me molesta la aureola que rodea a
Robert Kirkman, y me molesta un poco que en tan solo dos años esta
obra ya haya sido llevada a la televisión (la serie se estrena en
mayo) con la etiqueta de “del creador de The Walking Dead” como
garantía. Aún siendo fan de The Walking Dead en televisión, y
sabiendo que el éxito del cómic en que se basa (del que me temo que
aún no he leido ni un solo número) es uno de los pilares del
resurgimiento de Image (no en vano Kirkman es uno de sus directivos), me molesta esa aureola porque puede ocultar el hecho de
que Outcast es desde su inicio, un cómic de terror magistral, un
extraordinario retrato de un ambiente y sus personajes, una fórmula
perfecta de horror cotidiano, y solo espero que mantenga ese mismo
nivel.
Low (Rick Remender,
Greg Tocchini, 2015)
Ya expresé aquí
mi admiración por Rick Remender y su Deadly Class, así que me
acerqué a esta otra obra con ciertas expectativas, y aún así logró
sorprenderme. Puede que la historia no resulte tan inspirado como la
de su obra maestra, pero aquí el gran hallazgo es el arte de
Tocchini. Remender propone una mezcla de historia postapocalíptica y
discurso positivo, una especie de Mad Max subacuático lleno de
increíbles diseños e imágenes que a veces parecen inspiradas en
obras clásicas, y en otras bien podrían haber sido firmados por
Moebius. En cuanto a arte, de los mejores trabajos en esta lista,
aunque la historia podría haber sido algo más trabajada para su
ambiciosa propuesta.
Descender (Jeff
Lemire, Dustin Nguyen, 2015)
Todo el mundo tiene
derecho a ganarse la vida, y Jeff Lemire lo ha hecho muy bien
trabajando para los principales títulos de DC y Marvel (actualmente
escribe los X-Men) desde que se diera a conocer con su muy personal
Sweet Tooth. Pero lejos de haberse acomodado en lo comercial, se
reivindica en esta preciosa historia de ciencia ficción ilustrada
por las bellísimas acuarelas de Nguyen. Otro de los trabajos
artísticos destacados de esta lista, y una muy entretenida historia
llena de emoción y personajes entrañables... incluyendo el niño
robot protagonista.
Bitch Planet (Kelly
Sue DeConnick, Valentine De Landro, 2015)
Si en Captain
Marvel demostraba saber contar una historia entretenida, y en Pretty
Deadly sus dotes para la poesía fantástica, aquí DeConnick
demuestra por qué es una de las voces más relevantes del cómic
americano, al meter en lo que parece una historia de ciencia ficción
imposible algunos temas de rabiosa actualidad como el papel de la
mujer en la sociedad, la violencia de género y cualquier otra
temática relacionada con la diversidad sexual. Que lo haga
dentro de un relato carcelario-futurista, y que con la complicidad de
De Landro use la estética de las películas de “sexploitation” de
los 60 solo lo hace más genial, y una de las obras, no ya
recomendables, sino más relevantes y necesarias de esta lista.
Imprescindible.
Y aunque no
estuvieran incluidos en el humble bundle, también he leído...
I Hate Fairyland
(Skottie Young, 2015)
Si una palabra
define a este cómic es “gamberro”. Su protagonista es una suerte
de Alicia que se queda atrapada en el mundo de los cuentos de hadas,
y en su propio cuerpo infantil, y deja salir su furia psicópata. Una
revisión desquiciada de los universos de fantasía hace de Shrek un
chiste inocente, y en el que su autor dispara con metralleta contra
los mundos edulcorados e inocentes de los cuentos infantiles,
convertidos aquí en coto de caza para su delirante antiheroína.
Puede que no vaya mucho más allá del chiste que lo anima, pero en
los 5 números que lleva, el chiste aún no se ha agotado.
Velvet (Ed
Brubaker, Steve Epting, 2013)
Solo por el nombre
de Ed Brubaker (Criminal, Fatale, The Fade Out) ya me habría abonado
a este cómic. Pero si a esto añadimos una intrincada historia de
espías ambientada en la guerra fría, un personaje protagonista como
la Velvet del título (que junto a Forever de Lazarus y Alana de Saga
podría encabezar la lista de mejores personajes femeninos de Image,
que es casi como decir del cómic actual, con permiso de Nimona), y
el arte impecable de Steve Epting (para mí, superior a lo que había
hecho en Marvel, incluyendo New Avengers y Winter Soldier), yo al
menos ya no necesito más argumentos. Otra de mis imprescindibles.
Paper Girls (Brian
K. Vaughan, Cliff Chiang, 2015)
Antes que ponerme
al día con Y The Last Man, Ex Machina y Saga, me leí la
extraordinaria The Private Eye (que ya comenté en su momento), así
que cuando Vaughan lanzó su nueva serie ya partía de unas
expectativas muy altas – pero entonces me volvió a sorprender.
Desde su título y su ambientación, esta historia aparentemente
menor es un ejercicio de nostalgia de los 80, y a la vez una
propuesta radical, y como es costumbre en su autor, llena de
sorpresas. Aún pronto para ponerle nota, pero ya me tiene
enganchado.
Plutona (Jeff
Lemire, Emi Lenox, 2015)
Curiosamente este
título comparte varios elementos temáticos con el anterior, y
también parece un trabajo menor de Lemire (al menos comparado con
Descender o sus X-Men). Y sin embargo la mirada infantil (en sus
protagonistas y en el estilo de dibujo) a las clásicas historias de
superhéroes la emparenta lejanamente con Powers o Astro City, pero
con una perspectiva muy personal. También es pronto para ponerle
nota, pero promete.
. . .
Y hasta
aquí he llegado de momento, aunque me han quedado pendientes de leer al menos dos
grandes obras incluídas en el lote: Stray Bullets e Invincible. Al
igual que un montón de otros títulos que tengo en cola, incluyendo:
Limbo, Postal, Sheltered, Symmetry, The Beauty, Alex+Ada, Morning
Glories, Invisible Republic, Chew, The Tithe, They're Not Like Us,
Black Magick, Tokyo Ghost, East of West, Southern Bastards... uf, lo
que me queda. Y por supuesto, ningún repaso a lo mejor de Image
estos días está completo sin The Wicked and the Divine y Saga, de
las que que actualmente estoy disfrutando, y que prefiero comentar
cuando me haya puesto al día.
La conclusión a la
que llego después de este atracón de Image Comics, es que no hay
casi nada que relacione los títulos Image entre sí, más allá de
la repetición de algunos autores recurrentes (Fraction, Remender,
Vaughan), excepto la libertad y el riesgo creativo. Es cierto que se
repiten algunos elementos, como la representación de la diversidad
en todas sus formas, y notablemente una enorme libertad y madurez de
lo que en otros entornos editoriales supone un absoluto tabú, sobre
todo el sexo (una editorial donde se publica Sex Criminals no predica
sobre libertad creativa: la ejerce).
Lo curioso de todo
esto es que Image no es precisamente un actor menos en el vasto
mercado editorial americano (como Oni, Boom o Dynamite) sino toda una
número 3 en tamaño y ventas, algo que ha conseguido en apenas 20
años, y sin contar con iconos culturales como los que alimentan a
las Dos Grandes. Parece que finalmente, la apuesta de riesgo de
aquellos fundadores ha dado sus frutos, no ya para ellos (hace ya
mucho que Todd MacFarlane no tiene problemas económicos) sino para
el cómic americano en general.
En esta época de
franquicias, secuelas, adaptaciones y falta general de imaginación
en las grandes corporaciones del entretenimiento, se agradecen
fenómenos culturales como la irrupción de las grandes series de
televisión (que llevan unos años dejando en evidencia a la mayoría
del cine comercial). Para mí, los cómics Image vienen a jugar el
mismo papel en el panorama del cómic americano, que llevaba
demasiado tiempo viviendo de reciclar una y otra vez sus propios
mitos. Yo sin ir más lejos había perdido completamente el interés
en los cómics de Marvel y DC (aunque lo he recuperado a medias, ya
hablaré de ello otro día) y en cambio los cómics de Image, aunque
no sean siempre buenos, me resultan constantemente estimulantes, y no
revisiones de viejas fórmulas (como por desgracia fueron al
principio, por otro lado).
Y creo que es
importante que sea una gran editorial la que permita a los autores
más innovadores publicar las historias más trasgresoras con
libertad, y así evitar (como pasa en otros medios) que la innovación
se quede reservada a reductos independientes y minoritarios. Cierto
que muchos de los autores de Image además trabajan a sueldo para
Marvel y DC para poder subsistir, lo que también explica también la
clase de mercado del que estamos hablando: tanta independencia no
siempre paga las facturas. Pero sigue siendo un pequeño precio por
poder disfrutar de obras como Saga, Lazarus, Deadly Class o Sex
Criminals.
Skottie Young
cuenta en su introducción a I Hate Fairyland que para él publicar en Image
era un sueño hecho realidad, por el nivel de control que podría
tener sobre el producto. Y Brian K. Vaughan lo explica muy claro en
una de sus geniales secciones de correo de Saga:
Cuando un tipo como Vaughan lo pone de esta manera, hace falta que diga con qué editorial quiero publicar mis cómics cuando sea mayor? Yo por si acaso, he ido haciendo unas pruebas a ver cómo quedaba :)
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